Frustración: Lo que necesitas saber

Frustración: Lo que necesitas saber
14 julio, 2023 DigitalHub
Cómo gestionar la frustración

La frustración es uno de los sentimientos más universales que existen. Todas las personas, en algún momento de su vida, tienen esa sensación de que las cosas no han salido de la manera correcta y que algo en su interior se rompe o les
duele a causa de ese error. Pero que sea universal no significa que sea positiva. Aunque es normal sentir frustración en ciertas situaciones, también es cierto que se vuelve imprescindible saber cómo gestionarla debidamente. Por eso, te explicamos aquí todo lo que tienes que saber sobre esta emoción.

¿Qué es la frustración?

Vamos a ir avanzando poco a poco. Lo primero de todo es entender perfectamente en qué consiste este sentimiento. Generalmente, se define como la imposibilidad de poder satisfacer un deseo o un objetivo personal. Así, si persigues algo que no terminas de conseguir, esto puede llegar a suponer una frustración en tu vida.

Dentro de lo que cabe, todo el mundo experimenta esta emoción de forma más o menos
regular
. Al fin y al cabo, la realidad no siempre se puede ajustar a lo que esperas de ella. Y precisamente ahí está la clave principal de este fenómeno. ¿Cuándo podemos decir que la frustración traspasa la normalidad del horizonte emocional de una persona para convertirse en una patología o en algo muy negativo para su vida?

Pues, principalmente, cuando las expectativas de esa persona, o más bien su forma de entender la relación entre su ideal y la realidad, chocan de una forma profunda. Si asumes que van a existir cosas que no puedas alcanzar, en ese caso no tiene mayor problema sentir o no frustración. En cambio, cuando es algo que supone una rémora para tu comportamiento o que puede degenerar en problemas o trastornos psicológicos, como la ansiedad o la depresión, en ese caso estás ante un problema con el que tienes que aprender a lidiar.

Esto también se puede conocer como tener una baja tolerancia a la frustración. O, en otras palabras, no poder asumirla o enfrentarte ella. Esto, evidentemente, puede ser un problema grave.

Causas de la frustración

Normalmente se le atribuyen dos causas u orígenes principales: el externo y el interno.

Origen externo. Esa es la frustración más sencilla de llevar o la que, por lo menos, no resulta tan destructiva internamente. Se presenta ante situaciones complicadas o difíciles, o al enfrentarte a retos imposibles de alcanzar. Es algo que escapa de tus manos. Aunque puede ser una sensación muy dolorosa, es mucho más común y, dentro de lo que cabe, “normal”. Al fin y al cabo, todo el mundo se enfrenta a situaciones que no puede superar por mucho que se
esfuerce. Aunque se falle o se fracase, esto no tiene por qué suponer ningún
trastorno.

Origen interno. Es aquí donde se concentran la mayoría de problemas relacionados con este sentimiento. Este origen hace referencia a las expectativas, generalmente autoimpuestas, con las que nos cargamos a nosotros mismos y que nos llevan a exigirnos siempre una serie de objetivos que no podemos cumplir, prácticamente, de ninguna manera. Esto puede venir motivado por actitudes tóxicas que se han vivido en la infancia o, a veces, por el propio entorno. ¿Cuál es el
problema con la frustración que se origina a nivel interno?

Pues que, generalmente, no es algo que puedas satisfacer, y muchas veces responde a una autoexigencia que no llega nunca a desaparecer. Ante un origen externo (por ejemplo, tener poder adquisitivo para un coche), la frustración termina en el momento en el que se adquiere ese producto o se asume que no se podrá comprar. Pero, cuando es de origen interno, poco importan los objetivos que se vayan cumpliendo, siempre aparecerán nuevos retos que te sentirás impelido a cumplir. Cuando tienes una baja tolerancia a la frustración, este tipo de situaciones pueden ser especialmente peligrosas e hirientes para ti.

frustración: ¿Cómo gestionarla?

Utilidad de la frustración

Muchas emociones, incluso las negativas, son útiles. Evolutivamente, el dolor (por poner un ejemplo) ha servido siempre como mecanismo para escapar de situaciones potencialmente peligrosas o negativas. Por lo tanto, pese a suponer un sufrimiento, tiene también la capacidad de ayudarnos a adaptarnos en el medio en el que estemos. La frustración, de una manera muy parecida, goza también de una utilidad que hay que tener en cuenta y que no podemos desdeñar.

La frustración puede ser, también, un motor que nos lleve a alcanzar cosas que, en un principio, veíamos muy lejanas. Bien administrada, siempre y cuando no sea tóxica y no nos conduzca a desarrollar un nivel de autoexigencia que nos dañe, la frustración puede servir para dos cosas:

Como motor para alcanzar objetivos. Es lo mismo que en el ejemplo del dolor. Al ser algo negativo de lo que quieres huir, puede motivar un mayor esfuerzo o generar un ejercicio más intenso a la hora de cumplir objetivos.

Enseñar a tener límites. Sentirte frustrado es, emocionalmente, muy desagradable. Por eso, puede funcionar como una manera de que te marques metas u objetivos mucho más accesibles y cercanos.

 

¿Cómo gestionar la frustración?

Para que resulte útil, la frustración tiene que mantenerse dentro de unos niveles emocionalmente asumibles para la persona que los está sintiendo. Y esto no siempre resulta sencillo. Por eso, es recomendable tener siempre un abanico de
opciones o recursos para poder manejarla como es debido:

– Lo primero es pensar que se trata de algo transitorio. Una frustración termina por irse, por lo tanto, no hay que darle más importancia de la que tiene. Estar afectado por un tiempo es lo normal, pero tampoco debes obcecarte pensando en que esa sensación no se va a marchar.

– Lo siguiente es entender de qué forma esa sensación te genera un mal o te causa un daño, es decir, analizar dónde está la toxicidad en ese comportamiento. Así, podrás frenarlo en futuras ocasiones y no dejar que te afecte de una forma tan dolorosa. Puedes fijarte en ti mismo y en tu forma de ser para paliarla.

– Finalmente, asume que una frustración profunda no se puede corregir de un plumazo. Es algo que lleva tiempo. De hecho, lo mejor que puedes hacer es tomarte unos días de descanso mental para no darle demasiada
importancia.

Tipos de frustración

¿Existe más de una frustración? Lo cierto es que sí. Si atendemos a la forma en la que se manifiesta o se presenta,
podemos distinguir estos tipos, toma nota:

La propia del carácter. Hay personas que, ya sea por causas biológicas o de personalidad, no toleran bien este sentimiento o tienden directamente hacia él. Quizás por un alto nivel de autoexigencia.

Por el entorno. No todos tenemos las mismas oportunidades, talentos ni opciones. Y hay personas que no pueden llegar a ver realizado aquello que se proponen. Este tipo de frustración, por lo tanto, atiende más a causas sociales, apunta hacia el propio entorno.

Una mala gestión emocional. Finalmente, un último tipo puede englobar a todo ese conjunto de
gente que no consigue tener un autocontrol emocional eficiente. Que tienen pulsiones violentas o drásticas y que, por lo tanto, también terminan desarrollando un bajo nivel de tolerancia ante la frustración.

frustración emocional

Frustración emocional

De los tipos analizados, la frustración emocional es, probablemente, la más problemática. Principalmente porque, en principio, no es algo que se pueda superar de cualquier manera. Exige siempre un examen interno que te ayude a llegar a las raíces de ese comportamiento, comprobar cómo se ramifica y, finalmente, paliarlo como para que no sea un impedimento en tu día a día.

Como ya te decíamos, puede venir motivado por comportamientos aprendidos desde la infancia o por alguna vivencia
especialmente dolorosa o frustrante que generara algún trauma.

Por lo tanto, este tipo de frustración te va a exigir bucear en tu interior para poder eliminarla de
una vez por todas
. En pocas palabras: es algo que solo se resuelve trabajando, con introspección y cambios en la conducta.

Claves para superar las frustraciones

Para finalizar, una lista de consejos que te serán de utilidad:

Busca controlar tus impulsos. Lo primero será empezar a reordenar tus emociones y saber cómo estas pueden afectarte. Trabaja sobre su control para poder manejarlas.

No es lo mismo necesidad y deseo. La frustración nace de deseos frustrados, no de necesidades insatisfechas. Por lo tanto, trata de restarle importancia a aquello que no llegas a conseguir para que, de esta
manera, no tenga tanto peso ni tanta gravedad.

Reduce tu exposición a la frustración. Esta puede darse ante personas, situaciones o ambientes
determinados. Trata de evitarlos para que no vuelva a nacer en ti una emoción tan desagradable.

Entender que es algo que está solo en tu cabeza. Solo tú sientes tu frustración, por lo tanto, está en tu mano el
modificarla o moldearla para suavizar el malestar que genera en ti.

Por último, mencionar que la frustración es un sentimiento común y muy desagradable. Deshacerse de ella no siempre es sencillo, ya que te exigirá mucho trabajo interno y, a la vez, tendrás que entender bien qué la produce y qué motivos hay detrás.